«Existió una vez un pescador, yo lo vi, estuve con él, ví como tejía sus redes, tejía y tejía sus redes, un pescador de aquí, quizás de aquí y de allá, de la mar.
No recuerdo bien su barca, era blanca y azul y roja, listada, y en la proa, su nombre: ¡cómo recordar su nombre! A veces salía a pescar, a veces salía a la mar, a veces, volvía a casa.»
Desde aquí nuestro pequeño homenaje a los pescadores de Conil.
Conil ha sido siempre un pueblo de tradición marinera, la historia de Conil no se explica sin la pesca. El pueblo fue creciendo alrededor de la Almadraba ya en tiempos de los fenicios hasta consolidarse como tal durante el siglo XVI.
Los autóctonos y los que llevan toda la vida viniendo a visitar Conil, recordamos con nostalgia y una mueca de felicidad en nuestro rostro, esas barquitas varadas en la arena de la playa, los pescadores tejiendo sus redes, y a veces, teníamos la suerte de presenciar algún arte de pesca artesanal playero: lavás, redapiés, y sobre todo, la Jábega, una de las principales formas de pesca en Conil, que ya por el siglo XVIII era la pesca más común y provechosa.
Al finalizar la Guerra Civil, aún quedaban jábegas faenando, pero tras el declive de los años 60, ya era irreversible. Se prohibió su uso en 1982.
Gracias, entre otros muchos factores, a éste y las demás artes artesanales y tradicionales pesqueras, Conil ha tenido y tiene este atractivo turístico hoy día, por ello, desde aquí brindamos este pequeño homenaje a esos pescadores que tejieron la esencia de un Conil que hoy disfrutamos. ¡Gracias!
Desde la casa queremos mostrarnos los rincones de nuestro pueblo y alrededores que nos siguen fascinando después de muchos años, esos paisajes, lugares y sitios que en nuestra humilde opinión no te puedes perder!
Esperamos que los disfrutes tanto como nosotros.